Real Armería

La colección de la Real Armería, situada en el Palacio Real de Madrid, tiene su origen en las disposiciones testamentarias del rey Felipe II, quien ordenó que no pudiera ser vendida en almoneda pública después de su muerte, según era costumbre para pagar las deudas terrenales y espirituales del difunto. Con ello vinculó la Armería a su hijo, el futuro Felipe III, y a sus sucesores. Esta decisión también implicó que la colección fuera considerada como inalienable de la Corona de España, constituyendo en la actualidad una de la joyas del Patrimonio Histórico Español.

La decisión de Felipe II de mantener unido este conjunto de armas se debe a dos motivos. En primer lugar la Armería tenía un gran valor simbólico y sentimental, tanto por ser la colección que mejor mostraba el poder de la Casa de Austria, como por contener las armas de su padre, el emperador Carlos V, a quien admiraba. En segundo lugar, se trataba de una colección excepcional de armas de lujo, de gran valor material, que debía ser conservada apropiadamente. Sus sucesores fueron enriqueciéndola con parte de sus armerías personales y otras armas de diversa procedencia.

La decisión de otorgar un trato preferente a la armería sobre el resto de las colecciones se remonta, al menos, al fallecimiento de Carlos V, acaecido el 21 de septiembre de 1558. A finales de 1559 Felipe II ya había hecho saber a los testamentarios del emperador la decisión de comprar la armería imperial a un precio ventajoso. En 1560 el establecimiento de la corte en Madrid supuso que además ordenara construir frente Alcázar un edificio destinado a albergarla junto con las caballerizas. Éste subsistió hasta 1884, cerrando y dando nombre a la actual Plaza de la Armería.